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Foto del escritorJuan Carlos Garcia

Astragalus



Vamos a ver un poco más sobre la actividad de la telomerasa, así como los hallazgos más recientes para ralentizar el envejecimiento y, lo que parece más increíble: revertirlo., tomando como recurso base una planta bien conocida en medicina china tradicional: el astrágalo, como recurso.


CONOCER UN POCO MÁS NUESTROS TELÓMEROS

Recordemos que los 46 cromosomas que contienen nuestras células están hechos de filamentos de ADN, compuestos de ácidos nucleicos, llamadas “nucleótidos”, que contienen la información genética.

Estos cromosomas tienen la capacidad de duplicarse durante la división celular. Así, la célula madre da origen a dos células hijas idénticas, que es lo que permite que se renueven nuestros tejidos y órganos y, en definitiva, es lo que nos permite vivir y conservar la salud durante mucho tiempo.

Para duplicarse, la célula madre debe producir primero una copia de sus 46 cromosomas, y cada vez que los cromosomas se duplican, estas nuevas copias se utilizan para formar una nueva célula.

En la década de 1970 se descubrió que las extremidades de los cromosomas están protegidas por una especie de capuchones a los que se llamó “telómeros”. Como vimos, los telómeros vienen a ser como los pequeños herretes que protegen los cordones de los zapatos. Sin ellos, el cordón se deshilacharía rápidamente y se volvería inservible.

Los cromosomas funcionan de la misma manera; estos telómeros protegen la información genética en el núcleo de sus cromosomas y tienen además la importante función de ayudar a que su ADN se replique con más facilidad, para permitir la división celular y, por lo tanto, el nacimiento de una nueva célula.

Sin los telómeros no pueden duplicarse y la célula madre no conseguiría producir nuevas células hijas. Moriría sin haber sido reemplazada, y así es como el tejido u órgano va envejeciendo.

Cuanto más largos son los telómeros, las células están mejor protegidas y más fácilmente pueden reproducirse y regenerar sus órganos.












CUÁNDO ENVEJECEMOS

El problema es que, con cada división celular, los telómeros pierden decenas o cientos de ácidos nucleicos. Esto significa que, según pasan los años, los telómeros se van haciendo más y más cortos. Por ello las células tardan cada vez más tiempo en dividirse, hasta que ya no lo hacen en absoluto.

Entran en lo que se llama “senescencia”, un término médico para decir educadamente que están viejos y encogidos. Ahí es cuando nos damos cuenta de que nos vamos haciendo mayores y nuestros órganos están envejeciendo.

Hasta que, cuando son demasiado cortos, ya no pueden asegurar su papel de protectores, por lo que la célula deja de dividirse y entra en “senescencia” (envejecimiento), y finalmente muere, sin haber sido reemplazada.

Además, cuando los telómeros se acortan, su material genético no está tan bien protegido. Entonces aumenta el riesgo de mutaciones anárquicas en sus cromosomas y el riesgo de cáncer.


ESPERANZA DE VIDA: SEGÚN EL TAMAÑO DE NUESTROS TELÓMEROS

El acortamiento de los telómeros es el principio del fin. Todo ocurre como si tuviera un reloj de arena en cada una de sus células. Cuando la arena ha terminado de caer, la célula muere, sólo que en vez de arena son en realidad los telómeros los que se van acortando hasta el día en el que se vuelven demasiado cortos para funcionar.

En teoría, y por increíble que parezca, bastaría con medir el tamaño de nuestros telómeros para conocer ¡el número de años que nos quedan por vivir!

En definitiva: nuestra esperanza de vida está ligada a la longitud de nuestros telómeros. Diversos estudios han demostrado que las personas con te telómeros cortos tienen un riesgo más elevado de morir. Algunos autores han establecido incluso un tamaño crítico por debajo del cual el riesgo de “muerte inminente” es elevado.

También se ha demostrado que las personas con telómeros cortos tienen mucho más riesgo de morir de cáncer. Mientras que la incidencia anual es de 5,1 casos por 1.000 entre las personas con telómeros largos, ésta es de 22,5 casos por 1.000 entre quienes los tienen cortos, lo que significa un riesgo 4,4 veces más elevado.

El hecho de tener los telómeros cortos aumenta también el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular y de padecer alzhéimer.


TELOMERASA

Es lógico que los laboratorios se hayan puesto a trabajar sobre los telómeros, y nos anuncian que el desgaste de nuestros telómeros no es necesariamente inevitable. Hoy sabemos que existe una enzima que permite a los telómeros preservar su tamaño óptimo. Se trata de la telomerasa, descubierta por los premios Nobel de Medicina de 2009: Elisabeth Blackburn, Carol Greider y Jack Szostak.

Desde entonces se han realizado descubrimientos fascinantes sobre la telomerasa. Por ejemplo, se ha descubierto que ciertos animales poseen una telomerasa “super activa”, de tal manera que sus telómeros no se acortan nunca. Se trata, por ejemplo, de las tortugas laúd y de las langostas, los campeones de la longevidad, capaces de vivir más allá de los 200 años.

La telomerasa en el ser humano es muy activa durante el desarrollo embrionario y todavía lo es en la infancia, durante el crecimiento. Pero después, en la edad adulta, la telomerasa deja de funcionar. Está como apagada, y esa es la razón por la que nuestros telómeros se acortan. Por eso se considera importante aquel descubrimiento para el conocimiento de la longevidad humana y lo que puede hacerse y que comenzó con la publicación en la famosa revista Science (1998) sobre unos investigadores que habían logrado estimular la producción de telomerasa en las células humanas.

Observaron entonces que el tamaño de los telómeros ya casi no disminuía y que las células podían vivir así mucho más tiempo. Y esto es lo llevó a preguntarse si es posible reactivar la telomerasa.


ASTRÁGALO

La reactivación de la telomerasa es en estos momentos una de las estrategias antienvejecimiento más interesantes para las personas que buscan una mejor salud global, “rejuveneciendo” sus órganos y las funciones que desempeñan y con ello también ganar años de vida.

Antes sólo se podía aumentar la actividad de la telomerasa mediante modificaciones genéticas imposibles de llevar a cabo en humanos (sólo trabajaban con células en cultivo, en el laboratorio). Pero desde hace varios años se ha descubierto otro método simple y viable. Se trata de una molécula natural, el cycloastragenol, presente en el astrágalo, una planta de la medicina china tradicional, que tiene la capacidad de activar la telomerasa en el seno de nuestras células.

Extraer este cycloastragenol es complejo y costoso, y además cada planta de astrágalo lo contiene tan solo en una cantidad muy pequeña. Pero ya tiene una legión de entusiastas que consideran su valor: se sabe que el cycloastragenol es capaz de reactivar la telomerasa en las células inmunitarias humanas y en las neuronas.

En 2016, un equipo español en el que también participaron investigadores estadounidenses llevó a cabo un estudio para demostrarlo. Administraron a 97 voluntarios mayores de 53 años una píldora de cycloastragenol al día durante un año. La longitud de los telómeros de sus glóbulos blancos se midió al principio y al final del estudio. Mientras que los telómeros de las personas con complementación de placebo se redujeron, el tamaño medio de los telómeros de las personas complementadas con el cycloastragenol aumentó considerablemente.

Es decir, el cycloastragenol no sólo podía ralentizar el acortamiento de los telómeros, sino que también podía volver a alargarlos, lo que equivaldría a dar completamente la vuelta al reloj de arena que fluye en el corazón de nuestras células.

Por suerte el cycloastragenol no es una sustancia química que se fabrique en un tubo de ensayo (y ese es el gran pesar de los laboratorios farmacéuticos, que nunca podrán patentarla para controlar su venta e impedir que la gente pueda beneficiarse libremente de ella). Se trata de una sustancia activa natural que se encuentra en las raíces del astrágalo, que en fitoterapia tradicional china se conoce como “huang qi”.



MEDICINA CHINA Y LONGEVIDAD

Las propiedades del astrágalo fueron ya descritas en el Shennong Bencao Jing, la obra más antigua consagrada a la medicina tradicional china.

En efecto, el astrágalo se utiliza desde hace milenios como planta adaptógena, pues favorece el vigor y mejora la resistencia física y mental del organismo, y también estimula las defensas inmunitarias naturales del organismo.

Además del cycloastragenol, las raíces del astrágalo contienen otra sustancia activa llamada astragalósido IV.

Según un reciente artículo (2017), esta sustancia actúa sobre la función cardíaca, manteniendo un sistema vascular sano y ayudando a regular la glucemia. También tendría propiedades antioxidantes que ayudarían a mantener la movilidad y la flexibilidad de las articulaciones.

El astrágalo siempre se ha conocido y utilizado en China por sus excepcionales propiedades antienvejecimiento. Hoy sabemos que es en parte gracias a sus sustancias activas capaces de reactivar la telomerasa: el cycloastragenol y el astragalósido IV.


EL TÉ VERDE

Los elaboradores de suplementos dietéticos se han puesto manos a la obra y han hecho suyo el hallazgo beneficioso del té verde sobre los telómeros:

El epigalocatequin galato (EGCG) es un compuesto natural extraído del té verde. Pertenece a la gran familia de los polifenoles y es precisamente gracias al EGCG por lo que el té verde actúa sobre las funciones cognitivas y el sistema cardiovascular.

Se ha demostrado que mejora la concentración y el aprendizaje y que ayuda a luchar contra los problemas de memoria en la ancianidad. También ayuda a mantener la salud cardíaca, al actuar sobre varios factores de riesgo en dolencias cardiovasculares (regular la glucemia, triglicéridos, hipertensión…).

El té verde es útil para proteger el organismo de un envejecimiento prematuro, a lo que hay que añadir que también protege los telómeros, como demostró un gran estudio epidemiológico en 2010.

Dicho de otro modo, el té verde contribuye a un envejecimiento sano, al mantener el ADN celular intacto, especialmente a nivel de los telómeros.


CARNOSINA Y TELÓMEROS

La carnosina es un péptido (molécula formada por la unión de varios aminoácidos) que encontramos de forma natural en las células de los músculos y el cerebro.

Entre otras funciones, es conocida porque atrapa los radicales libres, limita las reacciones de la glicación (modificación de los grupos amino de las proteínas por la acción de azúcares) de las proteínas y regula el equilibrio acidezalcalinidad. Así pues, la carnosina hace frente a estos tres males que agreden a las células y que están ligados al envejecimiento: la oxidación, la glicación y la acidificación.

En 2004 fue descubierta una cuarta propiedad antienvejecimiento de la carnosina (sí, en efecto): la carnosina también es capaz de actuar en lo más profundo de nuestras células para proteger los telómeros. En las células humanas reduce de forma importante la velocidad a la que los telómeros se acortan.


LA HOMOCISTEÍNA ACORTA LOS TELÓMEROS

En algunos procesos metabólicos el intermediario es el aminoácido conocido como homocisteína, pero a la vez puede plantear graves problemas cuando se encuentra en cantidades demasiado elevadas en la circulación sanguínea. Suele ser frecuente en los vegetarianos y en las personas mayores.

Tambiénse sabe que se trata de un factor de riesgo de enfermedades cardiovasculares bastante más importante de lo que pensaba y en todo caso mayor que el colesterol.

En 2008 se demostró que la homocisteína triplica la velocidad a la que los telómeros se acortan.

Si el nivel en sangre de homocisteína es demasiado elevado, es importante tratar de reducirlo. Afortunadamente hay un método bastante sencillo: tomar todos los días el aporte de vitaminas del grupo B en cantidad suficiente, en especial de las vitaminas B9 y B12, que contribuyen de forma eficaz al metabolismo normal de la homocisteína y, con esta reducción, a la protección de los telómeros.

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